martes, 31 de enero de 2017

Una historia de los satélites argentinos (III)

Para poder continuar con estos post tuve que entrar en contacto via email con algunos de los participantes de la reunión de Buenos Aires que relato en la pimera entrada de esta serie. Así que primero escribí a Hugh Hudson (Berkeley) que me puso en contacto con Brian Dennis (NASA Goddard Space Flight Center). Brian recordaba mejor la reunión y me confirmó que entre los asistentes argentinos se econtraban, además de los mencionados Marta Rovira, Ana María Hernández y Mario Gulich, Marcos Machado.

Fue un grosero error no haber incluido a Marcos en mi segundo post, y le pedí disculpás después de manera personal por email.  Marcos fue una de las personas clave en el desarrollo del primer satélite de aplicaciones científicas argentino.  Como investigador su campo es el estudio de las fulguraciones solares, y gran parte de su carrera profesional la pasó en los Estados Unidos.  Residiendo allí es que se convirtió en uno de los Investigadores Principales (Co PI en inglés) del instrumento HXIS que fue instalado a bordo del satélite Solar Maximum Mission, que estuvo activo entre 1980 y 1989 y fue gran fuente de novedades.

No creo equivocarme al decir que fue a instancias de Marcos que el SAC-I sería un satélite de observaciones solares volcado al estudio de las fulguraciones.  Y creo que tampoco me equivoco al decir que su pasaje por el SMM fue trascendente. El segundo pié de apoyo al proyecto lo dio Mario Acuña, de quien ya me referí antes. Mario, que trabajaba en NASA desde 1970, se había especializado en el estudio del campo magnético de los planetas, habiendo diseñado muchos de los instrumentos que volaron en sondas y que fueron usados por él mismo para analizar sus datos.  Mario era muy respetado en NASA por su trabajo y ganó varios premios a lo largo de su carrera.

El SAC-I (después bautizado de SAC-B) durante los tests
en la cámara de vacío en Brasil (tomado de
http://www2.astro.psu.edu/xray/cubic/photos/SAC-B.solar_platform.gif.html)
El tercer pié científico de la aventura satelital fue el recordado Horacio Ghielmetti, en esa época director del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE). El interés del Ghielmetti eran los Gamma Rays Bursts (GRB) y otras emisiones de altas energías provenientes del espacio más profundo, era además un entusiasta de la exploración espacial. Recuerdo que para demostrar su fidelidad al espacio, una vez me mostró su anillo de boda, que recordaba la fecha del lanzamiento del Sputnik (!). El IAFE contaba ya con un grupo de física solar destacado (entre los que se contaban Ana María Hernández y Marta Rovira), y además en la década del 70 había construido varios globos científicos. En su edificio tenía un taller para hacer el montaje de las góndolas que cargan los instrumentos. Esta actividad le había llevado a contar con Mario Gulich entre sus miembros, físico especializado en  ingeniería espacial. Así es que no debe haber sido difícil convencer a Ghielmetti de la importancia de los instrumentos propuestos en el SAC-I.

El cuarto apoyo del proyecto fue la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE). Como ya comenté antes, fue finalmente reformada para dar lugar a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) a inicios de la década de 1990.

Brian Dennis, del Goddard Space Flight Center de NASA, me contó algunas anécdotas de la visita.  Entre otras, que fueron recibidos por el presidente de la república, Raul Alfonsín, lo que demuestra la importancia del proyecto.  Brian recuerda además, haber comido un bife de chorizo por un precio inferior a los 10 dólares.  El equipo liderado por él propuso un espectrómetro en la banda de Rayos-X blandos que fue construido en Goddard e instalado en el SAC-I.

Detalles del SAC-I/SAC-B, en próximos posts.

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