jueves, 11 de abril de 2019

Mischa Cotlar

(publicado el 17 de diciembre de 2001)


LOS CAMINOS DE UN MATEMÁTICO
Por Carlos Borches

  Recientemente la Universidad de Buenos Aires tuvo el placer de recibir una nueva visita del matemático Mischa Cotlar y, en esta oportunidad, Cotlar se fue con su Doctorado Honoris Causa, merecido premio con que la UBA distinguió una trayectoria dedicada a la investigación matemática sin divorciarla del compromiso humanista.


Mischa Cotlar es por varias razones una persona excepcional. Forma parte de un grupo de matemáticos argentinos de relevancia internacional (de esos que aparecen en los libros, recuerdo el Lema de Cotlar que cita Dieudonné en sus Elementos de Análisis) y al mismo tiempo siempre dio testimonio de un compromiso militante antibelicista desde los años posteriores al bombardeo de Hiroshima. Y por si esto fuera poco, su vida y sus inicios en la matemática le dan un carácter absolutamente singular.

Lamentablemente, a partir de la tristemente célebre Noche de los Bastones Largos, en 1966, Mischa Cotlar se alejó del país y, aunque regresa periódicamente, fijó definitivamente su residencia en Caracas.

Protagonista de una historia singular, «Mischa» recordó los años en el Río de la Plata cuando comenzó a «cultivar la belleza» que a decir de Cotlar es la principal labor de un matemático.

Cuando uno revisa la historia de la ciencia en Argentina y, en particular de la FCEyN, se destaca el período que terminó trágicamente en 1966. ¿Cuáles fueron los factores fundamentales que los movilizaron a alcanzar tales logros en tan corto tiempo?

Mischa Cotlar-En el '58 se inició una nueva etapa, una renovación. Veníamos de un período muy gris y había mucha gente llena de entusiasmo, con ganas de hacer cosas. Me parece que lo mas importante fue la calidad humana de quienes integraban la Facultad y las ganas de iniciar grandes cambios. Por supuesto hay que analizar esto comparándolo con lo que había antes.

Cuando Ud. menciona la etapa que precedió al '58 ¿se refiere a partir de la creación de Facultad de Ciencias Exactas y Naturales en 1952?

Mischa Cotlar-No, antes. Para que tener una idea de como fueron las cosas, hay que decir que hasta el año 44 o 45 estaba solamente Julio Rey Pastor, y el Departamento de Matemática era una pequeña habitación con una pizarra y una biblioteca muy linda. Sin embargo no había muchas oportunidades de sacar libros, así que nos pasábamos mucho tiempo copiando. Ahora bien, parece que este departamento que en realidad se llamaba Seminario de Matemática y pertenecía a la Facultad de Ingeniería, molestaba a los decanos, así que nos trasladaron a un edificio que dependía de la Marina. Posteriormente Perón crea la Facultad de Ciencias en 1952.

El problema era entonces que para ser docente de la Facultad había que firmar adhesión al Justicialismo, de modo que en el año '52 aproximadamente se interrumpe todo.

A todo esto se hacían las reuniones de la Unión Matemática Argentina, donde se formó un pequeño grupo en el que participaron Varsarsky, Ricabarra, Zarantonello, Klimovsky; todo esto por iniciativa de Monteiro.

Monteiro fue uno de los más ilustres matemáticos que llegó a este continente. Fundamentalmente trabajaba en lógica y había hecho muchas cosas en su país, Portugal, hasta que fue echado por la dictadura de Oliveira Salazar. Luego se doctoró en Francia y de allí fue a parar a Brasil, que le debe su inicio en matemática, aunque también se tuvo que ir como consecuencia de sus ideas marxistas. Entonces se vino para Argentina, yendo a parar a San Juan.

En San Juan formó un grupo de donde salieron entre otros Villamayor. Monteiro había conocido al Rector de la Universidad de Cuyo, un tal Cruz, una persona muy interesante y amigo de Perón. Monteiro era una persona muy persuasiva, decía: «venga, venga, vamos a hablar» y lo «pervertía». El asunto es que había convencido a Cruz de armar un Departamento de Investigación Científica (DIC). Monteiro se encargaría de fundar el Instituto de Matemática y Cruz se ocuparía de que no se produjeran interferencias políticas. Así que nos fuimos todos para Mendoza pero como no teníamos casa fuimos a parar a la casa de Ricabarra, que era muy grande.

Nos dedicábamos a investigar y a cuidar a los becarios, era realmente muy lindo, teníamos distribuidas las tareas de la casa, lavar los platos y ese tipo de cosas, y después de cenar nos íbamos a leer libros de autores no necesariamente matemáticos, como Erich Fromm, Sartre y otros. Varsarsky, que era medio dictador, comandaba esas cosas.

¿Oscar Varsarsky?

Mischa CotlarSi, Oscar Varsarsky, probablemente uno de los hombres de mayor cultura científica. Originalmente fue químico y tuvo mucho éxito, luego se interesó por la mecánica cuántica y de allí pasó a las integrales de Fourier; recuerdo que había ido a ver a González Domínguez y éste le dio el libro de Titumarsh (dice señalan un espesor de 7 cm.) pensando que tendría para un tiempo largo. A las tres semanas ya había regresado y hablaba de igual a igual con González Domínguez. De allí pasó a la lógica. Además sabía mucho de ciencias sociales y tenía una enorme capacidad organizativa.

Esa época fue muy hermosa, se trabajaba con mucha libertad, no se podía distinguir entre profesores y alumnos. En el '55, cuando cayó Perón, fue nombrado decano un señor que había estado preso y veía peronistas por todos lados, y al darse cuenta que el DIC era una iniciativa peronista cerró al DIC y con él una publicación que estaba subvencionada por la UNESCO (Revista Matemática Cuyana).

De este grupo la mayoría nos vinimos para Buenos Aires, otros fueron a La Plata y algunos, Monteiro inclusive, a Bahía Blanca, por invitación del Rector Vicente Fatone. Así como este señor deshizo el Instituto de Cuyo, en Buenos Aires el grupo que tomó la dirección de la Facultad acompañando a Babini no destruyó lo que había. Se tuvo el buen tino de ver que había gente valiosa y en los primeros concursos regularizaron su situación.

Y ahora si llegamos a los ´60

Mischa Cotlar-En esa época se trabajó mucho, se creó el Instituto de Cálculo y una serie de publicaciones editadas por Cora Ratto de Sadosky también estaba la Fundación Enstein cuya misión era facilitar el estudio a jóvenes talentosos carentes de recursos. Tengo lindos recuerdos de aquella época.

Ud. está ya un poco cansado de contar cómo fueron sus inicios en la matemática pero su caso es en muchos sentidos ejemplar.

Mischa Cotlar-Es que las cosas personales no son muy interesantes. Yo puedo decir que a mí me ayudaron muchísimo. Desde que llegamos a América con mi padre, si bien no pude seguir estudiando (había hecho sólo primer grado) aprendí mucho con él. Mi padre tenía una biblioteca muy grande y me hablaba de cosas que me entusiasmaba.

Pero en Montevideo, donde vivíamos, yo tocaba el piano. Entraba a las cuatro de la tarde y salía a las cuatro de la mañana, así que no podía estudiar.

Después conocí a Rafael Laguardia, que es el fundador de la matemática uruguaya, y posteriormente conocí a Rey Pastor y me vine para Buenos Aires. Aquí encontré gente que me ayudó mucho, como el Dr. Vignaux y Yanny Frenkel, que después fue mi compañera.

En 1951 no tenía ningún título pero me consiguieron una beca para ir a Chicago. Yo quería ir a las clases, en especial a las claes de Zygmund pero él me decía : «¿Que hace Ud. acá? vaya y haga sus cosas.» Así obtuve el doctorado en Chicago y volví a la Argentina.



El compromiso social de Cotlar
  Cualquier comentario acerca de Mischa Cotlar que excluya su militancia humanista contiene una carencia insalvable, porque su preocupación para que los científicos asuman responsabilidades ante la sociedad formó parte de una prédica incansable que lo llevó a integrar distintas organizaciones internacionales que luchaban por la paz, en tiempos de la guerra fría y la amenaza nuclear.

  «Si la humanidad progresó en temas como los derechos humanos fue porque hubo gente con ideas nobles que despertaron la conciencia de los que estaban a su alrededor, porque alguien alguna vez ayudó, le dio una mano desinteresadamente a otros» ilustra Cotlar.
  Para «Mischa», la desaparición de la guerra fría no provocó grandes cambios:
  «Sigue habiendo científicos que trabajan para la destrucción, para incrementar el poder de matar de los poderosos. Si los científicos y técnicos se negaran a desarrollar el armamento que cada día es más mortífero y preciso, el mundo sería muy distinto y no tendríamos lo que vemos hoy en día, donde mueren tantos inocentes que no tienen nada que ver con el conflicto mientras que los responsables quedan a salvo».

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